/No dormirse en los laureles

 

       A partir del texto de Jorge Forbes  “¿O que esperar de um analista?”  he
desarrollado una serie de reflexiones que expongo en los términos que siguen; apunto
a situarme en esa perspectiva y a dialogar con su modo de caracterizar el
problema producido por ciertos sectores del ambiente del psicoanálisis
lacaniano que hacen abusivo uso de una jerga cerrada. Esa práctica de cenáculo
hace peligrar la vida del psicoanálisis en las grandes ciudades y provoca que
aquellos que pueden recurrir a él para abordar sus conflictos, opten por otros
dispositivos mejor promocionados, que los alejan de una cura centrada en la
palabra con promesas de  recetas mágicas
y de corto plazo.

     
“Más allá del Complejo de Edipo” es una consigna necesaria en los
tiempos que corren donde el contexto social y político es muy distinto al
momento en que Freud creó el psicoanálisis y Lacan hizo sus relecturas de sus
obras.

     
Siglo XXI, nuevo paradigma. Es necesario 
pensar sobre la ética de nuestro tiempo y esto nos lleva a cuestionar
los principios morales dominantes.

       
De acuerdo con el artículo de Forbes es posible afirmar que el
psicoanálisis del siglo XXI está orientado hacia lo real. Según el autor ya no
nos referimos a un sujeto encaminado por los grandes ideales del siglo XX. En
ese período, era frecuente que el conflicto estuviese centrado en un sujeto
traumatizado, endeudado, con un padre todavía consistente, aunque esa postura
aparecía en franca declinación. Ya lo señalaba Lacan en los distintos momentos
de su obra.

         Desde su posición, el sujeto de hoy es
alguien sorprendido por la tyché y ya
no navega en las quietas aguas del automaton.

         Estos dos términos griegos fueron
concebidos por Aristóteles en sus especulaciones filosóficas sobre las causas.

         Tyché
es la sorpresa de un buen encuentro, llamada “fortuna” en latin.  Automaton
es lo que siempre ocurre de la misma manera, el equilibrio automático sin
nuestra intervención.

         En este nuevo siglo se impone un
acercamiento a la filosofía nietzschiana y al pensamiento de Lyotard. Dios ha
muerto y no hay grandes  relatos que
sostengan los grandes ideales de la modernidad. Pensar un cambio de paradigma
también implica pensar una transvaloración.

  
      Los textos de Nietzsche La genealogía de la moral, Más allá del bien y del mal y Sobre verdad y mentira en sentido extramoral,
 me guían para pensar esta nueva
época desde otro punto de mira.

         
“…Es mejor que renuncie quién no puede unir a su horizonte la subjetividad de
su época” dice Lacan en Función y campo
de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis
.

           
Retomado el principio de mi trabajo señalo que en el ambiente del psicoanálisis
lacaniano se repiten muchas frases 
relevantes de los grandes maestros pero se las complica con expansiones
de una manera críptica. Esta circunstancia se agrava porque, además,  la experiencia de esos analistas deja mucho
que desear.

         
  Es muy fuerte la pasión por la “instrumentalización”.  Este término lo tomo de un  excelente artículo llamado “La seducción
totalitaria” del psicoanalista  Contardo
Calligaris en el que expone este asunto a partir de un investigación que hace
sobre el arquitecto de Hitler, Albert Speer. Callegaris señala que Speer, sabiendo
muy bien de la existencia de los campos de exterminio como otros burócratas
nazis, sentía felicidad no por hacer el mal sino por el deber cumplido, es
decir la pasión por la obediencia les daba la certeza del saber paterno y dando
consistencia al Otro sentían que podían evitar el coraje de existir sin
garantías.

            Muchas veces el neurótico
(psicoanalista o no) da su vida por esta pasión. Ser instrumento para el Otro.
Y si el Otro no existe se lo inventa y encima se lo hace consistente. Ir más
allá del padre requiere de coraje y decisión porque en esas aguas no hay
certeza, solo angustia, sorpresa, invención y responsabilidad, como dice
Forbes.

          Por eso insisto en esta manera de
pensar la ética y también la felicidad. Soportar la duda, la inconsistencia, el
no saber. La propia extrañeza. La falta de garantías. Tal vez esta manera de
vivir la felicidad se acerca más a la idea del superhombre nietzschiano.

           Lo que nos aporta el pensamiento de
Forbes y su manera de transmitir los conceptos psicoanalíticos consiste en el
desmontaje de las frases hechas y los discursos cerrados que muchos
psicoanalistas tienen. Forbes plantea poder hablar a los ciudadanos para que
ellos tengan la opción de hacer algo más bello y singular con sus vidas o con
sus síntomas. Ésta es la ética del psicoanálisis.

            Si el psicoanálisis no sale a la
calle y sigue encerrado en grupos  de
iniciados, otros dispositivos ofrecerán a las personas desorientadas  adaptarse al formato de vida estandarizado
que empieza a dominar en las instituciones de la Salud Mental
promovidas por el Estado (hospitales, prepagas, obras sociales, clínicas
privadas, etc.).

            Es una buena idea dejar de hablar
con palabras difíciles, dejar de repetir lo que otros dicen, hablar en la
plaza. Llegar a todos los ciudadanos parece el camino más difícil para muchos
psicoanalistas. Hablar para que el Otro apruebe lo que decimos es no decir
nada.

           Celebro que muchos psicoanalistas como Jorge
Forbes en Brasil se propongan  esa tarea,
antes de que sea tarde.

 

                                       Lic.
Patricia Gorocito

                                       Facultad
de Psicología

                                      
Universidad de Buenos Aires (UBA)

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